¿Por que comenzar el recorrido de una ciudad por su centro histórico?
Podría ser simple casualidad o una inconsciente predilección por parte de la persona que elige, pero en cierta manera, es lo más lógico. Ciutat Vella es, en general, la parte más conocida por nosotros a todos los niveles…vamos a dibujar con la escuela, a comprar, quedamos con los amigos, salimos de fiesta, es quizá el primer sitio que visitamos cuando llegamos a la ciudad, la parte más accesible, la más promocionada…Es el centro; tan tópico en las ciudades europeas que cuando vamos a otros lugares y no lo encontramos, al menos yo, me siento desconcertada. ¿Que catalán no pregunta cuando sale fuera de su país y llega a otra ciudad: “donde está el centro?”.
Pero, no es tan sólo una parte histórica, es un espacio emblemático y reconocido por los que vivimos aquí y un núcleo sólido que nos ayuda a entender y articular la ciudad. Además, Ciutat Vella es el origen, la primera escala: la escala de las personas y de los carros, no la de los coches. Por eso, pienso que también era interesante conocerla en primer término, para tener una referencia clara en nuestras visitas posteriores; ya que como se dijo en el taller, cuando visitamos otros lugares, lo que hacemos es comparar con lo que ya conocemos.
Pienso que el encanto de la zona reside en sus calles y espacios, y no en los monumentos o edificios emblemáticos. La gente pasea Ciutat Vella. La catedral, casi ni se ve. Y el Ayuntamiento, por supuesto, bien que refuerza los recorridos que le interesan. Aunque parezca un maremagno de calles iguales, en mi opinión, hay ciertos recorridos marcados en Ciutat Vella que están muy adecuados y bonitos, mientras que su parte posterior, o la parte que menos se ve, y por tanto menos transitada, está muy deteriorada. Es verdad, la idílica imagen que se nos enseña de Ciutat Vella son sus calles retorcidas y angostas, las plazas imprevistas e irregulares, el ambiente encantador y relajado; pero hay más detrás de lo que vemos: también son viviendas insalubres, oscuras y viejas; calles estrechas y tétricas llenas de ropa tendida en los balcones, olor a basura y orín, inseguridad y ghettos…
En el taller anterior, se habló del edificio como fachada, criticando los esfuerzos por maquillar el exterior de cara al público. El día del paseo, me di cuenta que casi no había estado por la parte superior del Born (de la calle Princesa hacia arriba), mucho menos cuidada que lo otro. Ví el “forat de la vergonya” otra vez, siempre está igual y me pregunté si algún día harían algo o si siempre parecería la parte posterior de un escenario. Por otra parte, es de “halagar” la actuación del Ayuntamiento. Todos los turistas saben donde está el centro, pero cuantos de ellos conocen el “forat de la vergonya”? La gente está en la plaza de la catedral, ve las formas psicodélicas del mercat de Santa Caterina a lo lejos que consiguen atraerle, como a un niño un caramelo. Pero una vez allí, no hay nada que te incite a adentrarte más allá. Y la gente curiosa que lo hace y llega a ver el “forat de la vergonya”, seguro que da media vuelta, pensando: “ui, me he equivocado!” como cuando uno se equivoca y entra a los baños de las chicas. Pienso que es una estrategia exitosa de refuerzo y desviación hacia recorridos preparados y adecuados y de ocultamiento de las zonas más desfavorecidas de la ciudad, que seguro les sale más barata que reformar. Es más fácil y barato tapar lo que no se quiere enseñar que arreglarlo. Pienso que en general, hay una fórmula que define esta área: más turismo o más presión vecinal = más reformas.
Respecto al recorrido en general, pienso que fue interesante porque se nos enseñó las dos caras de la moneda del barrio. Aunque ya hubiera paseado la zona, creo que es diferente pasearla mientras alguien te explica la historia del lugar porque ayuda a entenderlo un poco más. De todas formas, aunque fue imposible debido a la falta de tiempo, me hubiera gustado hacer también un paseo por el Raval.
Podría ser simple casualidad o una inconsciente predilección por parte de la persona que elige, pero en cierta manera, es lo más lógico. Ciutat Vella es, en general, la parte más conocida por nosotros a todos los niveles…vamos a dibujar con la escuela, a comprar, quedamos con los amigos, salimos de fiesta, es quizá el primer sitio que visitamos cuando llegamos a la ciudad, la parte más accesible, la más promocionada…Es el centro; tan tópico en las ciudades europeas que cuando vamos a otros lugares y no lo encontramos, al menos yo, me siento desconcertada. ¿Que catalán no pregunta cuando sale fuera de su país y llega a otra ciudad: “donde está el centro?”.
Pero, no es tan sólo una parte histórica, es un espacio emblemático y reconocido por los que vivimos aquí y un núcleo sólido que nos ayuda a entender y articular la ciudad. Además, Ciutat Vella es el origen, la primera escala: la escala de las personas y de los carros, no la de los coches. Por eso, pienso que también era interesante conocerla en primer término, para tener una referencia clara en nuestras visitas posteriores; ya que como se dijo en el taller, cuando visitamos otros lugares, lo que hacemos es comparar con lo que ya conocemos.
Pienso que el encanto de la zona reside en sus calles y espacios, y no en los monumentos o edificios emblemáticos. La gente pasea Ciutat Vella. La catedral, casi ni se ve. Y el Ayuntamiento, por supuesto, bien que refuerza los recorridos que le interesan. Aunque parezca un maremagno de calles iguales, en mi opinión, hay ciertos recorridos marcados en Ciutat Vella que están muy adecuados y bonitos, mientras que su parte posterior, o la parte que menos se ve, y por tanto menos transitada, está muy deteriorada. Es verdad, la idílica imagen que se nos enseña de Ciutat Vella son sus calles retorcidas y angostas, las plazas imprevistas e irregulares, el ambiente encantador y relajado; pero hay más detrás de lo que vemos: también son viviendas insalubres, oscuras y viejas; calles estrechas y tétricas llenas de ropa tendida en los balcones, olor a basura y orín, inseguridad y ghettos…
En el taller anterior, se habló del edificio como fachada, criticando los esfuerzos por maquillar el exterior de cara al público. El día del paseo, me di cuenta que casi no había estado por la parte superior del Born (de la calle Princesa hacia arriba), mucho menos cuidada que lo otro. Ví el “forat de la vergonya” otra vez, siempre está igual y me pregunté si algún día harían algo o si siempre parecería la parte posterior de un escenario. Por otra parte, es de “halagar” la actuación del Ayuntamiento. Todos los turistas saben donde está el centro, pero cuantos de ellos conocen el “forat de la vergonya”? La gente está en la plaza de la catedral, ve las formas psicodélicas del mercat de Santa Caterina a lo lejos que consiguen atraerle, como a un niño un caramelo. Pero una vez allí, no hay nada que te incite a adentrarte más allá. Y la gente curiosa que lo hace y llega a ver el “forat de la vergonya”, seguro que da media vuelta, pensando: “ui, me he equivocado!” como cuando uno se equivoca y entra a los baños de las chicas. Pienso que es una estrategia exitosa de refuerzo y desviación hacia recorridos preparados y adecuados y de ocultamiento de las zonas más desfavorecidas de la ciudad, que seguro les sale más barata que reformar. Es más fácil y barato tapar lo que no se quiere enseñar que arreglarlo. Pienso que en general, hay una fórmula que define esta área: más turismo o más presión vecinal = más reformas.
Respecto al recorrido en general, pienso que fue interesante porque se nos enseñó las dos caras de la moneda del barrio. Aunque ya hubiera paseado la zona, creo que es diferente pasearla mientras alguien te explica la historia del lugar porque ayuda a entenderlo un poco más. De todas formas, aunque fue imposible debido a la falta de tiempo, me hubiera gustado hacer también un paseo por el Raval.
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