Nos resistimos a vivir en tranquilos parajes naturales, por su incomunicación con la urbe práctica y sus ofertas ociosas consumistas...Luego, instalados en la ciudad más cosmopolita por necesidad, buscamos incesantes la zona más verde para aislarnos y descansar. Contradictorio. ¿Y que pasó con las ciudades jardín y su utopía? Es extraño que nos tengamos que preocupar por mantener y cuidar lo natural, lo natural que siempre ha estado allí, omnipresente pero transformado por el hombre, que después de urbanizar y edificar sobre él, necesitemos agregar una masa verde para poder respirar…aquella masa que arrasamos en un inicio ahora urge incluirla.
En Londres, aproximadamente un 30% de la ciudad consiste en espacios VERDES, verdes de verdad y la mayoría muy potenciados y usados sobretodo con la llegada del buen tiempo. Entre ellos, parques de enormes dimensiones con mucha historia. Recuerdo bien las siestas y los paseos que disfruté en cualquiera de ellos, en las tardes de verano… que increíble tener la oportunidad de perderse por Hyde Park, y tras un tiempo entre arbustos y árboles, entre susurros y pajarillos… se aparecía una gran avenida, repleta de coches, de bocinas, de movimiento…hasta entonces escondida por la naturaleza... Al volver a Barcelona extrañé esos espacios, esa relación continua entre la ciudad y la natura, ese rápido contraste entre lo verde y todo lo demás.


El verde es reposo, esperanza, primavera, juventud y por ser el color de la naturaleza sugiere aire libre y frescor; este color libera al espíritu y equilibra las sensaciones.
Goethe . Teoria del color