A diferencia de la mayoría de los asistentes a esta asignatura (por lo que he podido ver hasta ahora), yo sí soy de Barcelona. Pero que no se me entienda mal, no lo digo en tono despectivo (¡faltaría más!) pero si es verdad que decir “soy de Barcelona” me enorgullece enormemente.
Si he de ser sincero, no es que haya dado muchas vueltas por el mundo (o no tantas como me hubiera gustado), pero habiendo visitado (y casi estudiado) ciudades y pueblos de CataluNYa, España, Europa, África, América y me atrevería a decir que extraterrestres… me quedo con Barcelona. Algunos dirán que es normal por ser mi ciudad natal, y quizás tengan razón. Pero si bien me he podido enamorar de otras ciudades y culturas (cosa que recomiendo enormemente) mi Barcelona es insustituible. He crecido y vivido aquí siempre, alejado del centro, pero a 10 minutos en metro, tengo el amor por mi ciudad como patria, hogar, y está siempre en mi corazón. Pero fue al crecer, al moverme por sus calles y plazas por mi propia cuenta (y a menudo bien acompañado y guiado), que descubrí tantos y tantos secretos de Barcelona; a menudo tesoros que nunca un turista verá, que incluso muchos habitantes (y enamorados de su ciudad (incluido un servidor)) quizá no habrán oído nunca hablar… espacios, rincones, sabores, olores y colores que si he de describir diré que producen pura magia en el corazón y en la mente.
Si bien puedo reconocer que mi amor y devoción son desmesurados, también quiero reconocer que mi Barcelona no suele ir acompañada de la imagen institucional que nos quieren vender políticos y farsantes, hay mucha más Barcelona que la que nos pretender vender o utilizar como moneda de compra-venta (política, más bien); la Barcelona de a pie, de la gente que hace de Barcelona la ciudad que es, las personas de toda la vida y los bienvenidos (como los estudiantes erasmus), etc. porque al fin y al cabo, una ciudad es las personas que respiran en ella.
Evidentemente, y no me quisiera alargar más, el pasado y la constante transformación son también esenciales (así como otros factores secundarios, pero no menos importantes, como el clima, la economía, el turismo,…) para una buena y saludable ciudad como Barcelona. Así que, después de divagarlo y entregar mi instancia en secretaría para hacer un cambio de matrícula, ya ando por Barcelona. Como siempre he hecho, porque es como se debe conocer una ciudad: andando; de día y de noche. Pero ahora, con la oportunidad de descubrir tanto de mi ciudad que no conozco, de compartir con amigos, compañeros de carrera y estudiantes extranjeros todo aquello que mi ciudad me hace sentir, y en definitiva, que me sirva para seguir creciendo y madurando... como hace mi Barcelona.
Si he de ser sincero, no es que haya dado muchas vueltas por el mundo (o no tantas como me hubiera gustado), pero habiendo visitado (y casi estudiado) ciudades y pueblos de CataluNYa, España, Europa, África, América y me atrevería a decir que extraterrestres… me quedo con Barcelona. Algunos dirán que es normal por ser mi ciudad natal, y quizás tengan razón. Pero si bien me he podido enamorar de otras ciudades y culturas (cosa que recomiendo enormemente) mi Barcelona es insustituible. He crecido y vivido aquí siempre, alejado del centro, pero a 10 minutos en metro, tengo el amor por mi ciudad como patria, hogar, y está siempre en mi corazón. Pero fue al crecer, al moverme por sus calles y plazas por mi propia cuenta (y a menudo bien acompañado y guiado), que descubrí tantos y tantos secretos de Barcelona; a menudo tesoros que nunca un turista verá, que incluso muchos habitantes (y enamorados de su ciudad (incluido un servidor)) quizá no habrán oído nunca hablar… espacios, rincones, sabores, olores y colores que si he de describir diré que producen pura magia en el corazón y en la mente.
Si bien puedo reconocer que mi amor y devoción son desmesurados, también quiero reconocer que mi Barcelona no suele ir acompañada de la imagen institucional que nos quieren vender políticos y farsantes, hay mucha más Barcelona que la que nos pretender vender o utilizar como moneda de compra-venta (política, más bien); la Barcelona de a pie, de la gente que hace de Barcelona la ciudad que es, las personas de toda la vida y los bienvenidos (como los estudiantes erasmus), etc. porque al fin y al cabo, una ciudad es las personas que respiran en ella.
Evidentemente, y no me quisiera alargar más, el pasado y la constante transformación son también esenciales (así como otros factores secundarios, pero no menos importantes, como el clima, la economía, el turismo,…) para una buena y saludable ciudad como Barcelona. Así que, después de divagarlo y entregar mi instancia en secretaría para hacer un cambio de matrícula, ya ando por Barcelona. Como siempre he hecho, porque es como se debe conocer una ciudad: andando; de día y de noche. Pero ahora, con la oportunidad de descubrir tanto de mi ciudad que no conozco, de compartir con amigos, compañeros de carrera y estudiantes extranjeros todo aquello que mi ciudad me hace sentir, y en definitiva, que me sirva para seguir creciendo y madurando... como hace mi Barcelona.
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